¿Víctimas o victimarios? Daphne, los Porkys y los Centinelas
Últimamente los noticiarios han mencionado mucho el caso de Daphne Fernández y de todo lo que ha girado en torno a los Porkys, así como el juez que decidió dar un amparo a Diego Cruz porque la intención del acto “no era copular”.
Más allá de discutir si se puede considerar o no violación, porque evidentemente lo es (violación a su intimidad, a su cuerpo, a su dignidad), es conveniente darnos un momento para reflexionar, así como tantos otros donde un grupo de adolescentes actúa aplastando los derechos de otra persona e imponiendo su deseo.
Pero los Porkys no son los únicos, ejemplos de jóvenes que atentan contra otros y contra ley hay muchísimos, y ahora podemos verlos también en “Los Centinelas”, otro grupo de chavos que a través de la violencia intimidan y logran colocarse en una jerarquía social mayor que el grupo.
Sin embargo, hay que pensar profundamente en esto, aunque resulte muy difícil porque muchas veces tendemos a tomar posiciones e identificarnos con las víctimas o los victimarios.
Como víctimas pensamos en las veces en que hemos sido humillados, agredidos o atacados por otras personas o, en cómo las autoridades nos han fallado, y lo enormemente solos y vulnerables que a veces nos sentimos. Como victimarios recordamos que ha habido ocasiones en que callamos los actos ilegales alrededor de nosotros, que a veces condonamos agresiones y, quizás también, las hemos perpetuado. El asunto es que todos somos víctimas y victimarios, pero de nada nos sirve asumir uno o los dos papeles porque nos angustia e impide que podamos pensar.
Para poder pensar en la situación de la violencia en la adolescencia tenemos que tomar en cuenta que todo acto violento existe dentro de un discurso, es decir, algo está diciendo el que golpea y también el que recibe el golpe.
Podrá pensarse que estoy quitándole responsabilidad al victimario, que de hecho hizo algo por lo que debe ser juzgado, pero hay que reflexionar en las cosas que lo han llevado a esto. ¿Qué estamos haciendo para formar jóvenes que aplastan los derechos de otro? Pero también, ¿qué hace que el otro se construya como alguien de quien se puede abusar o violar?
Quien agrede se siente seguro de poder hacerlo, se siente capaz, lo que implica que tiene cierta capacidad de agencia, es decir, de tomar “justicia por propia mano”. ¿Y de qué está tomando justicia, a quién está juzgando y por quién pelea? Toda violencia por muy destructiva e irracional que parezca, tiene un referente en la realidad.
Quien elige golpear a un desconocido en la calle ya ha mantenido un discurso, interno y solitario, con ese desconocido. Esa persona algo le representa o quizás sería mejor decir: le representa algo más que sólo un medio para descargar su enojo y frustración; porque ese es otro elemento, agredimos al estar angustiados y como parte de una respuesta de estrés ante una situación de “ataque o huida” pero la huida está obstaculizada.
Tomando esto en cuenta surgen otras preguntas ¿qué hace que los adolescentes mexicanos se sientan angustiados, atrapados y sometidos? ¿Ante quién están sometidos? Pienso en lo que un padre le dice a su hijo cuando está siendo bulleado en la escuela: “defiéndete”, “no dejes que te aplasten”, “acusalo con la maestra”. Y entonces parece como si ante ciertas situaciones sólo hubiera dos posibilidades: víctima o victimario, donde a pesar de que todos somos víctimas de un contexto que nos fuerza a elegir una posición y victimarios al perpetuarla, seguimos repitiendo el mismo discurso.
Quizás ser víctima o victimario sean dos respuestas ante el mismo asunto, ante la misma angustia de vivir, de percibir la violencia cotidiana, de construir una identidad de género y de existir en un mundo convulso.
¿Realmente sólo existen sólo esas dos posiciones? ¿No existirán otras posibilidades donde la angustia pueda nombrarse, canalizarse y utilizarse para construir? ¿Tú qué crees?
Sobre el autor
Julián Gómez Sepúlveda
Psicoterapeuta psicoanalítico enfocado al trabajo clínico con adolescentes y adultos. Egresado de Posgrado de la UNAM donde hizo la maestría y donde también cursó un diplomado sobre psicoanálisis y educación. En la misma línea, es docente universitario desde hace 5 años, luchando así por favorecer el pensamiento desde diferentes trincheras.
Correo electrónico: [email protected] @JuGomez21